Los
esclavos constituían la fuente gratuita de mano de obra. No debe
extrañar por lo tanto cuando se observan maravillas como el anfiteatro
Flavio, mejor conocido con el nombre de Coliseo, capaz de alojar 70.000
personas. Era posible volverse esclavo por deudas o como botín
de guerra.
La vida de los esclavos no era mala en los primeros períodos de
crecimiento de Roma, los esclavos eran pocos y tenían un cierto
valor, por eso los dueños los trataban con cuidado. No eran raros
los casos en los cuales se instauraba una relación de fraternidad
entre el dueño y el esclavo cuando se veían obligados a
trabajar todos los días codo a codo en los campos.
Las cosas empeoraban a medida que la potencia de Roma crecía. A
continuación de las guerras el número de los esclavos prisioneros
de guerra aumentaba vertiginosamente, convirtiendo de ese modo su valor
cada vez más bajo. Cada ciudad tenía un mercado de esclavos,
y por lo tanto comprar uno no era más un problema. Este fue el
período más grave para los esclavos, sus vidas no tenían
valor alguno, se les consideraban al mismo nivel de un objeto, los dueños
tenían derecho sobre sus vidas y sus muertes.
Diverso era el tema de los esclavos provenientes de Grecia. Ellos tenían
mayor valor que un simple esclavo de trabajo, efectivamente los primeros
eran instruídos y eran usados por los Romanos, que estimaban en
gran forma el arte Griega, como maestros para sus hijos. Los esclavos
que lograban pagar una considerable cifra como rescate eran libres.
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